lunes, 29 de marzo de 2010

Sinfonía concluida de Augusto Monterroso

Un amigo me compartió este cuento que me ha gustado mucho por eso lo comparto acá. La intolerancia humana a lo nuevo, a lo inesperado, a lo distinto, nos lleva en infinidad de ocasiones a quedar aferrados a falsedades, creencias limitadas, parcialidades, como pasa en esta historia

SINFONÍA CONCLUÍRTITURA DA

-Yo podría contar -terció el gordo atropelladamente- que hace tres años en Guatemala un viejito organista de una iglesia de barrio me refirió que por 1929 cuando le encargaron clasificar los papeles de música de La Merced se encontró de pronto unas hojas raras que intrigado se puso a estudiar con el cariño de siempre y que como las acotaciones estuvieran escritas en alemán le costó bastante darse cuenta de que se trataba de los dos movimientos finales de la Sinfonía inconclusa así que ya podía yo imaginar su emoción al ver bien clara la firma de Schubert y que cuando muy agitado salió corriendo a la calle a comunicar a los demás su descubrimiento todos dijeron riéndose que se había vuelto loco y que si quería tomarles el pelo pero que como él dominaba su arte y sabía con certeza que los dos movimientos eran tan excelentes como los primeros no se arredró y antes bien juró consagrar el resto de su vida a confesar la validez del hallazgo por lo que de ahí en adelante se dedicó a ver metódicamente a cuanto músico existía en Guatemala con tan mal resultado que después de pelearse con la mayoría de ellos sin decir nada a nadie y mucho menos a su mujer vendió su casa para trasladarse a Europa y que una vez en Viena pues peor porque no iba a ir decían un Leiermann* guatemalteco a enseñarles a localizar obras perdidas y mucho menos de Schubert cuyos especialistas llenaban la ciudad y que qué tenían que haber ido a hacer esos papeles tan lejos hasta que estando ya casi desesperado y sólo con el dinero del pasaje de regreso conoció a una familia de viejitos judíos que habían vivido en Buenos Aires y hablaban español los que lo atendieron muy bien y se pusieron nerviosísimos cuando tocaron como Dios les dio a entender en su piano en su viola y en su violín los dos movimientos y quienes finalmente cansados de examinar los papeles por todos lados y de olerlos y de mirarlos al trasluz por una ventana se vieron obligados a admitir primero en voz baja y después a gritos son de Schubert son de Schubert y se echaron a llorar con desconsuelo cada uno sobre el hombro del otro como si en lugar de haberlos recuperado los papeles se hubieran perdido en ese momento y que yo me asombrara de que todavía llorando si bien ya más calmados y luego de hablar aparte entre sí y en su idioma trataron de convencerlo frotándose las manos de que los movimientos a pesar de ser tan buenos no añadían nada al mérito de la sinfonía tal como ésta se hallaba y por el contrario podía decirse que se lo quitaban pues la gente se había acostumbrado a la leyenda de que Schubert los rompió o no los intentó siquiera seguro de que jamás lograría superar o igualar la calidad de los dos primeros y que la gracia consistía en pensar si así son el allegro y el andante cómo serán el Scherzo y el allegro ma non tropo y que si él respetaba y amaba de veras la memoria de Schubert lo más inteligente era que les permitiera guardar aquella música porque además de que se iba a entablar una polémica interminable el único que saldría perdiendo sería Schubert y que entonces convencido de que nunca conseguiría nada entre los filisteos ni menos aún con los admiradores de Schubert que eran peores se embarcó de vuelta a Guatemala y que durante la travesía una noche en tanto la luz de la luna daba de lleno sobre el espumoso costado del barco con la más profunda melancolía y harto de luchar con los malos y con los buenos tomó los manuscritos y desgarró uno a uno y tiró los pedazos por la borda hasta no estar bien cierto de que nunca nadie los encontraría de nuevo al mismo tiempo -finalizó el gordo con cierto tono de afectada tristeza- que gruesas lágrimas quemaban sus mejillas y mientras pensaba con amargura que ni él ni su patria podrían reclamar la gloria de haber devuelto al mundo unas páginas que el mundo con tanto sentido común rechazaba

Ajedrez ( Marín Surescu)

AJEDREZ

Yo juego un día blanco,
El juega un día negro.

Yo avanzo con un sueño,
El me lleva a la guerra.

El me ataca los pulmones,
Yo pienso un año en el hospital,
Hago una combinación brillante
Y le gano un día negro.

El juega una desgracia
y me amenaza con el cáncer
(Que por ahora anda en forma de cruz),
Mas yo le pongo por delante un libro
Y lo obligo a una retirada.

Le gano otras cuantas piezas,
Pero mira, la mitad de mi vida
Está fuera de juego.

_Oh, le daré jaque a tu rey y perderás el optimismo,
Me dice él.

_No es nada, bromeo yo.

Pues hago el enroque de los sentimientos.

Detrás de mí la esposa, los hijos,
El sol, la luna y los otros mirones
Tiemblan ante cada jugada mía.

Yo enciendo un cigarrillo
Y sigo la partida.

A quien puede interesar ( José Emilio Pacheco)

A quien pueda interesar

Que otros hagan aún
el gran poema
los libros unitarios
las rotundas
obras que sean espejo
de armonía

A mí sólo me importa
el testimonio
del momento que pasa
las palabras
que dicta en su fluir
el tiempo en vuelo

La poesía que busco
es como un diario
en donde no hay proyecto ni medida

Cuando vengas a buscarme ( Virgilio Piñera)

Cuando vengas a buscarme

Cuando vengan a buscarme
para ir al baile de los cojos,
diré que no uso muletas,
que mis piernas están intactas.

Bailaré cha-cha-cha y son
hasta caerme en pedazos,
pero ellos insistirán
en llevarme a ese baile extraño.

Con dos hachazos estaré listo,
con dos muletas iré remando,
y cuando entre por esa puerta
me pondrán una coja en los brazos.

Ella me dirá: ¡Amor mío!,
yo le diré: ¡Mi adorada!,
¿cómo fue lo de tus piernas?
¡cuéntame, que estoy sangrando!

Ella, con gran seriedad,
me contará que fue a palos,
pero haciendo de sus tripas
corazón como un brillante,
lanzará una carcajada
que retumbará en la sala.

Después, daremos las vueltas
de estos casos obligados,
saludaremos a diestra, a siniestra
y a muletazos.

Y cuando nadie lo espere,
a las dos de la mañana,
vendrá el verdugo de los cojos
para que no queden rastros.

Visita ( Oliverio Girondo)


No estoy.
No la conozco.
No quiero conocerla.
Me repugna lo hueco,
La afición al misterio,
El culto a la ceniza,
A cuanto se disgrega.
Jamás he mantenido contacto con lo inerte.
Si de algo he renegado es de la indiferencia.
No aspiro a transmutarme,
Ni me tienta el reposo.
Todavía me intrigan el absurdo, la gracia.
No estoy para lo inmóvil,
Para lo inhabitado.

Cuando venga a buscarme,
Díganle:
"se ha mudado".

EL DICCIONARIO DE LO QUE NO EXISTE

Ramón Gómez de la Serna 1930

Lo que se edita con más agobio y constancia son los diccionarios. Encontrar materia para un nuevo diccionario es como meter el caño en un yacimiento de petróleo y ver surgir la riqueza. Pero el diccionario que se echa de menos, el que podría ser una lección maravillosa, en vez de una redundancia de recopilaciones, es el diccionario de lo que no existe.

Da pena –sin dejar de admirarlo-, el abrir un diccionario para encontrarse con lo que está repetido en todos los diccionarios y que fue tan difícil de recopilar. Sin embargo, tenemos que discutir en los diccionarios su excesiva conformidad con lo real.

El diccionario de lo que no existe merecería la pena de hojearse, metiéndose en su intrincado bosque y encontrando lo que no está en los otros y lo que no es cosa triste en los escaparates callejeros de la vida. El diccionario de lo que no existe revocaría la idea de amor y lo pondría en su banco de azar, dueño de sus elecciones y abnegado de efemeridad.

En ese diccionario habría las islas que no se sabe donde están, pero que producen esponjas con ojos, es decir, esponjas que, en vez de tener vacías sus cuencas, tendrían ojos en todas ellas y, al apretarlas, en vez de aguas para baños de niños, chorrearían lágrimas verdaderas. En tal diccionario estarían las biografías de los que pudieron existir y la sintomatología de las enfermedades que aún no están en la medicina.

domingo, 14 de marzo de 2010

" Si te destruyo,me venzo a mi mismo"

Pienso que el autor habla del amor, de la mitad que no tenemos y, que nos hace falta. De lo diferente y único de otro sujeto que nos atrae hacia ellos.

Supongo que el amor es eso; reconocer al otro como parte de si mismo, como un ser incompleto que también necesita de nosotros, de mi, de otro.

Cuando hay desamor no se siente igual, el otro es indispensable, es sólo otro y no parte de mí.

El poeta menciona al otro como un ser fuerte que si lográramos destruir, a pesar de la fuerza de ese otro ejerce sobre mi y sigo como un tronco sin cabeza y una cabeza sin tronco.

lunes, 29 de marzo de 2010

Sinfonía concluida de Augusto Monterroso

Un amigo me compartió este cuento que me ha gustado mucho por eso lo comparto acá. La intolerancia humana a lo nuevo, a lo inesperado, a lo distinto, nos lleva en infinidad de ocasiones a quedar aferrados a falsedades, creencias limitadas, parcialidades, como pasa en esta historia

SINFONÍA CONCLUÍRTITURA DA

-Yo podría contar -terció el gordo atropelladamente- que hace tres años en Guatemala un viejito organista de una iglesia de barrio me refirió que por 1929 cuando le encargaron clasificar los papeles de música de La Merced se encontró de pronto unas hojas raras que intrigado se puso a estudiar con el cariño de siempre y que como las acotaciones estuvieran escritas en alemán le costó bastante darse cuenta de que se trataba de los dos movimientos finales de la Sinfonía inconclusa así que ya podía yo imaginar su emoción al ver bien clara la firma de Schubert y que cuando muy agitado salió corriendo a la calle a comunicar a los demás su descubrimiento todos dijeron riéndose que se había vuelto loco y que si quería tomarles el pelo pero que como él dominaba su arte y sabía con certeza que los dos movimientos eran tan excelentes como los primeros no se arredró y antes bien juró consagrar el resto de su vida a confesar la validez del hallazgo por lo que de ahí en adelante se dedicó a ver metódicamente a cuanto músico existía en Guatemala con tan mal resultado que después de pelearse con la mayoría de ellos sin decir nada a nadie y mucho menos a su mujer vendió su casa para trasladarse a Europa y que una vez en Viena pues peor porque no iba a ir decían un Leiermann* guatemalteco a enseñarles a localizar obras perdidas y mucho menos de Schubert cuyos especialistas llenaban la ciudad y que qué tenían que haber ido a hacer esos papeles tan lejos hasta que estando ya casi desesperado y sólo con el dinero del pasaje de regreso conoció a una familia de viejitos judíos que habían vivido en Buenos Aires y hablaban español los que lo atendieron muy bien y se pusieron nerviosísimos cuando tocaron como Dios les dio a entender en su piano en su viola y en su violín los dos movimientos y quienes finalmente cansados de examinar los papeles por todos lados y de olerlos y de mirarlos al trasluz por una ventana se vieron obligados a admitir primero en voz baja y después a gritos son de Schubert son de Schubert y se echaron a llorar con desconsuelo cada uno sobre el hombro del otro como si en lugar de haberlos recuperado los papeles se hubieran perdido en ese momento y que yo me asombrara de que todavía llorando si bien ya más calmados y luego de hablar aparte entre sí y en su idioma trataron de convencerlo frotándose las manos de que los movimientos a pesar de ser tan buenos no añadían nada al mérito de la sinfonía tal como ésta se hallaba y por el contrario podía decirse que se lo quitaban pues la gente se había acostumbrado a la leyenda de que Schubert los rompió o no los intentó siquiera seguro de que jamás lograría superar o igualar la calidad de los dos primeros y que la gracia consistía en pensar si así son el allegro y el andante cómo serán el Scherzo y el allegro ma non tropo y que si él respetaba y amaba de veras la memoria de Schubert lo más inteligente era que les permitiera guardar aquella música porque además de que se iba a entablar una polémica interminable el único que saldría perdiendo sería Schubert y que entonces convencido de que nunca conseguiría nada entre los filisteos ni menos aún con los admiradores de Schubert que eran peores se embarcó de vuelta a Guatemala y que durante la travesía una noche en tanto la luz de la luna daba de lleno sobre el espumoso costado del barco con la más profunda melancolía y harto de luchar con los malos y con los buenos tomó los manuscritos y desgarró uno a uno y tiró los pedazos por la borda hasta no estar bien cierto de que nunca nadie los encontraría de nuevo al mismo tiempo -finalizó el gordo con cierto tono de afectada tristeza- que gruesas lágrimas quemaban sus mejillas y mientras pensaba con amargura que ni él ni su patria podrían reclamar la gloria de haber devuelto al mundo unas páginas que el mundo con tanto sentido común rechazaba

Ajedrez ( Marín Surescu)

AJEDREZ

Yo juego un día blanco,
El juega un día negro.

Yo avanzo con un sueño,
El me lleva a la guerra.

El me ataca los pulmones,
Yo pienso un año en el hospital,
Hago una combinación brillante
Y le gano un día negro.

El juega una desgracia
y me amenaza con el cáncer
(Que por ahora anda en forma de cruz),
Mas yo le pongo por delante un libro
Y lo obligo a una retirada.

Le gano otras cuantas piezas,
Pero mira, la mitad de mi vida
Está fuera de juego.

_Oh, le daré jaque a tu rey y perderás el optimismo,
Me dice él.

_No es nada, bromeo yo.

Pues hago el enroque de los sentimientos.

Detrás de mí la esposa, los hijos,
El sol, la luna y los otros mirones
Tiemblan ante cada jugada mía.

Yo enciendo un cigarrillo
Y sigo la partida.

A quien puede interesar ( José Emilio Pacheco)

A quien pueda interesar

Que otros hagan aún
el gran poema
los libros unitarios
las rotundas
obras que sean espejo
de armonía

A mí sólo me importa
el testimonio
del momento que pasa
las palabras
que dicta en su fluir
el tiempo en vuelo

La poesía que busco
es como un diario
en donde no hay proyecto ni medida

Cuando vengas a buscarme ( Virgilio Piñera)

Cuando vengas a buscarme

Cuando vengan a buscarme
para ir al baile de los cojos,
diré que no uso muletas,
que mis piernas están intactas.

Bailaré cha-cha-cha y son
hasta caerme en pedazos,
pero ellos insistirán
en llevarme a ese baile extraño.

Con dos hachazos estaré listo,
con dos muletas iré remando,
y cuando entre por esa puerta
me pondrán una coja en los brazos.

Ella me dirá: ¡Amor mío!,
yo le diré: ¡Mi adorada!,
¿cómo fue lo de tus piernas?
¡cuéntame, que estoy sangrando!

Ella, con gran seriedad,
me contará que fue a palos,
pero haciendo de sus tripas
corazón como un brillante,
lanzará una carcajada
que retumbará en la sala.

Después, daremos las vueltas
de estos casos obligados,
saludaremos a diestra, a siniestra
y a muletazos.

Y cuando nadie lo espere,
a las dos de la mañana,
vendrá el verdugo de los cojos
para que no queden rastros.

Visita ( Oliverio Girondo)


No estoy.
No la conozco.
No quiero conocerla.
Me repugna lo hueco,
La afición al misterio,
El culto a la ceniza,
A cuanto se disgrega.
Jamás he mantenido contacto con lo inerte.
Si de algo he renegado es de la indiferencia.
No aspiro a transmutarme,
Ni me tienta el reposo.
Todavía me intrigan el absurdo, la gracia.
No estoy para lo inmóvil,
Para lo inhabitado.

Cuando venga a buscarme,
Díganle:
"se ha mudado".

EL DICCIONARIO DE LO QUE NO EXISTE

Ramón Gómez de la Serna 1930

Lo que se edita con más agobio y constancia son los diccionarios. Encontrar materia para un nuevo diccionario es como meter el caño en un yacimiento de petróleo y ver surgir la riqueza. Pero el diccionario que se echa de menos, el que podría ser una lección maravillosa, en vez de una redundancia de recopilaciones, es el diccionario de lo que no existe.

Da pena –sin dejar de admirarlo-, el abrir un diccionario para encontrarse con lo que está repetido en todos los diccionarios y que fue tan difícil de recopilar. Sin embargo, tenemos que discutir en los diccionarios su excesiva conformidad con lo real.

El diccionario de lo que no existe merecería la pena de hojearse, metiéndose en su intrincado bosque y encontrando lo que no está en los otros y lo que no es cosa triste en los escaparates callejeros de la vida. El diccionario de lo que no existe revocaría la idea de amor y lo pondría en su banco de azar, dueño de sus elecciones y abnegado de efemeridad.

En ese diccionario habría las islas que no se sabe donde están, pero que producen esponjas con ojos, es decir, esponjas que, en vez de tener vacías sus cuencas, tendrían ojos en todas ellas y, al apretarlas, en vez de aguas para baños de niños, chorrearían lágrimas verdaderas. En tal diccionario estarían las biografías de los que pudieron existir y la sintomatología de las enfermedades que aún no están en la medicina.

domingo, 14 de marzo de 2010

" Si te destruyo,me venzo a mi mismo"

Pienso que el autor habla del amor, de la mitad que no tenemos y, que nos hace falta. De lo diferente y único de otro sujeto que nos atrae hacia ellos.

Supongo que el amor es eso; reconocer al otro como parte de si mismo, como un ser incompleto que también necesita de nosotros, de mi, de otro.

Cuando hay desamor no se siente igual, el otro es indispensable, es sólo otro y no parte de mí.

El poeta menciona al otro como un ser fuerte que si lográramos destruir, a pesar de la fuerza de ese otro ejerce sobre mi y sigo como un tronco sin cabeza y una cabeza sin tronco.